Nuestra Fiesta Arquidiocesana 2019, un llamado al servicio y edificación de la Iglesia de Cartagena.
La celebración de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, tuvo un ambiente diferente, pero un mismo gozo y alegría de quienes se dieron cita el pasado 24 de junio en la Plaza de Toros de la ciudad.
Con las mejores muestras de folclor y esencias del caribe, el pueblo de Dios y unido en comunión celebró la esperanza en Cristo Jesús, lema escogido este año, para lo que se convirtió en un espacio de unidad, fraternidad y gracia.
Dentro de la programación dispuesta año tras año, el eje central de la celebración arquidiocesana, es la institución de ministros laicos, labor que se fortalece y cimienta, gracias a la formación del Instituto Emaús dirigida a discípulos misioneros de nuestra Arquidiócesis de Cartagena.
5508, fue la cantidad total de ministros que se instituyeron y renovaron su ministerio con el acompañamiento de sus párrocos y el Padre Robert Rodríguez Manjarrez; director del Instituto y la bendición especial de Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, quién quiso invitar a vivir la celebración desde la escucha de la palabra, la memoria de la acción salvadora de Jesús, la plegaria eucarística y finalmente, su comunión con Él, al acercarnos como pobres y acogerlo en nuestro corazón como un acto de fe.
Ante la vista de muchos, se convierte en una cifra admirable, porque confirma el deseo de muchos laicos a trabajar por la Iglesia y hacer que recupere su rumbo ante tantas necesidades que hoy enfrenta. Pero al desmenuzar y calcular, nos encontramos con que 1207 lo componen los Ministros Extraordinarios de la Comunión y 2097, los Ministros Proclamadores de la Palabra. Cifras benditas pero alarmantes, al encontrarnos con que solo 374 personas, se instituyeron o renovaron su Ministerio Misionero y 242, se convirtieron en Ministros de la Solidaridad.
El resto de las cifras de ministros, los componen los Animadores de Comunidad (565), Catequistas (458), Animadores de Comunidades Juveniles (295) y Animadores del Canto Litúrgico (270).
Trayendo a colación el mensaje latente del Papa Francisco en el periodo de pontificado que lleva en la Iglesia Católica, nos viene bien hacer análisis y reflexiones sobre estas cifras, al recordarnos en esencia el mensaje de alerta hacia la Iglesia, que siempre debe estar de pie y en camino, escuchando las inquietudes de la gente y ser alegre. Y aunque todo análisis radica en subjetividades, se hace conveniente exponer una necesidad que el mismo Papa nos ha planteado con su frase de ser una “Iglesia en salida”, que pretende romper con lo antiguo, estandarizado e institucionalizado del antiguo cristianismo y busca abrir la mirada a la realidad del mundo de hoy, sin distanciarse de los creyentes, sin darles la espalda ni menospreciar su valor en la construcción de sociedades dinámicas, sino por el contrario, que se respiren ambientes de misericordia, respeto, generosidad y amor.
Que la Iglesia actual, sea un encuentro afectuoso con las personas más allá de su pertenencia religiosa, moral o ideológica, más allá de sus condiciones de vida, una Iglesia que va a los pobres, discriminados y marginados, conversa con ellos, los abraza y hasta los defiende.
Y si prestamos atención a ese mensaje del Papa Francisco, nos estamos respondiendo hacia dónde debe llegar la Iglesia, en dónde está la verdadera salida y por qué es importante que se trabaje desde los ministros en abrir sus corazones a la ternura, a la justicia social y sobretodo, a la esperanza que tanto promulgamos y en la que creemos en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Por ello, las cifras presentadas nos hacen detenernos en este aspecto y cuestionarnos ¿por qué son pocos los misioneros y solidarios? ¿qué hace falta en la Iglesia para acrecentar las cifras de evangelizadores y ministros que trabajen desde la solidaridad? ¿acaso no son ellos quienes cumplen a plenitud con la tarea salvífica de la humanidad hoy?
Bendito sea Dios porque nos ha regalado a la Iglesia de Cartagena, la mayor cantidad de Ministros Extraordinarios de la Comunión y Proclamadores de la Palabra, quienes nos ayudan a fortalecer el centro de la fe; la Eucaristía, presencia real de Cristo en nosotros, pero el mensaje también debe llegar después de las paredes de los templos, debe resonar en el corazón de la gente de afuera, de quienes han perdido la alegría y la esperanza y llegar a imitar la figura de Jesús en el ejercicio de su vida pública.
Por ello la visión del Instituto Emaús, sin duda alguna responde a esta necesidad de llevar el evangelio a todos los rincones de Cartagena, al formar Discípulos Misioneros desde cuatro dimensiones fundamentales: humana, espiritual, teológico-doctrinal y pastoral, pues todos, sin excepción hemos sido llamados y habilitados para hacer presente a Cristo en medio de las vicisitudes del mundo de hoy, anunciando a Jesús en comunión de comunidades y comprometidos con un mundo más justo y humano, donde el centro de nuestra mirada sean los pobres, tal y como lo expone el Plan Arquidiocesano de Pastoral 2016-2026.
Animémonos pues a seguir formándonos y creciendo en la fe, pero sin obviar la mirada a ser ministros y servidores de la calle, de las periferias, de las brechas existenciales, porque Dios nos ha regalado un proyecto maravilloso que es ser misericordiosos sin excluir a nadie, hacerlo de forma gratuita y para todos nuestros hermanos de Cartagena que se hallan en condiciones deplorables y con enfrentamientos fuertes de vida diaria.
Lleguemos a ellos, renovemos ese espíritu misionero que poseemos, accionemos a Dios en nuestra ciudad y seamos más los que trabajemos por la dignificación humana a través de la alegría del evangelio y la formación como Discípulos Misioneros, que el Instituto Emaús ofrece.
“¿Cómo quiero que sea la Iglesia para poder responder al momento histórico que vivimos?
Una Iglesia en salida Misionera”
Jornada Mundial de las Misiones, octubre 21 de 2018.
Por Vicky Cortés, feligrés de la parroquia San Enrique @vickycortes06